En La Michoacana creemos que cada paleta cuenta una historia. No es solo hielo y sabor: es una mezcla de tradición, ingredientes frescos y un proceso lleno de cariño que se nota desde el primer mordisco. Por eso, hoy te llevamos a un pequeño viaje detrás de nuestras vitrinas para contarte cómo nace una paleta perfecta.

Todo comienza con la selección de ingredientes. Escogemos frutas de temporada, frescas y llenas de color, porque son las que ofrecen el mejor sabor y la textura más natural. Mangos dulces, fresas jugosas, limones aromáticos, cocos cremosos… cada sabor inicia aquí, en el corazón de los ingredientes reales, sin atajos ni mezclas innecesarias.

Luego viene la parte más divertida: la receta. Medimos cuidadosamente cada porción para lograr ese equilibrio que caracteriza a nuestras paletas. Ni muy dulces, ni muy ácidas, ni muy pesadas. Se trata de encontrar ese punto exacto en el que el sabor se siente auténtico y refrescante. Algunas paletas llevan leche para crear una consistencia suave y cremosa; otras son de agua, perfectas para un antojo ligero y frutal. Y, claro, también están las favoritas: las paletas rellenas y marmoleadas, donde el contraste de colores y texturas hace que cada una sea diferente.

El proceso final es casi un ritual. Las mezclas se vierten cuidadosamente en moldes especiales, se les da el toque final con trozos de fruta o remolinos de sabor, y después se congelan lentamente para conservar su frescura natural. Cuando por fin están listas… bueno, tú ya sabes lo que pasa: cada paleta se convierte en un momento dulce que refresca el día.

En La Michoacana no solo hacemos paletas; hacemos experiencias. Detrás de cada sabor hay amor, tradición y dedicación. Y cada vez que eliges una, estás disfrutando una partecita de ese proceso que hacemos con tanta pasión. 🍓✨

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